Estoy arriba, suspendida en el aire. Puedo verlo todo a vista de pájaro. Aunque no puedo planear ni ascender o descender a mucha velocidad. Pero eso no importa. Las personas y los objetos son muy diferentes vistos desde aquí, y como nadie puede verme, me siento poderosa.
Muchas veces he intentado recordar qué hacía para que se produjera ese momento, pero no alcanzo a recordar si era algo que yo hacía o si ocurría por sí mismo. Ojalá esa posibilidad emergiese de nuevo, aunque fuera en un sueño: para dejar de creer que hay un número limitado de veces que puede hacerse, para dejar de pensar que fue una cualidad que se desvaneció con mi inocencia, para dejar de sentir, que la gravedad es una ley de obligado cumplimiento.
Texto: Odabac
Ilustración: Monsuros